miércoles, 27 de junio de 2012

Reportaje sobre el "Tráete la silla" del pasado lunes

La revista Prisma ha dedicado un reportaje a Zakary Paine, a cuento del recital callejero del pasado lunes, "Tráete la silla", y a la edición de su The Death Del Oso, junto a Alberto García-Teresa, autor de Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas.

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http://www.revistaprisma.com/poesia-contra-el-apocalipsis/

Poesía contra el apocalípsis 

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 El poeta estadounidense Zakary Paine se hace pasar por un difunto en su último libro y entiende que los versos son un buen arma “para luchar contra el fin del mundo”. 

 

Lo primero que te sorprende de Zakary Paine es su envergadura: 1,90 de altura y 130 kilos. Acto seguido, no sabes qué es más extraño; si su camiseta que reza “Yo” y un corazón acorde con su tamaño; su acento o lo que dice: “Hola, soy Zacarias, un hijo de Utah. Espero que os gusten los versos que os voy a recitar esta tarde”. Así se presentó en la plaza de Juan Puyol de Madrid para su primer recital callejero como hombre casado, junto con su editor Alberto García-Teresa Agete, también poeta. Bueno, también no, porque, como el propio Zacary dice, él no es un poeta, sino “un ladrón, un chorizo callejero”. Aún así, acaba de sacar  “The death del oso. Antología poética de un inexistente” (Editorial Umbrales, 2012), un libro en el que reúne sus obras publicadas, una en Lima y otra en Madrid. En el prólogo un amigo del “ladrón” cuenta su historia: cómo llegó a Madrid , se enamoró de la lengua española y de la ciudad y cómo empezó a escribir en español, hasta que un momento dado deja de saber de Zak: el poeta de Utah se ‘hace el muerto’ en su propia obra. “Es que soy muy amigo de mí mismo”, explica el propio Zakary en tono serio; “pero lo que cuento es verdad, vine de misionero a Madrid [es mormón] y cuando volví a Utah deje los estudios de medicina, empecé a estudiar español y, en cuanto pude volví a Madrid”. Ahora está terminando una tesis sobre la relación entre la filosofía y la poesía en la Universidad Complutense de Madrid.

 
Lo que tanto el “hijo de Utah” como Agete dejan claro es que ambos aman la cultura y la poesía en especial y forman parte de un movimiento denominado Brigada Poética. “Todo el mundo que quiera hacer algo con la poesía es parte de la Brigada”, explican. Dentro de la acción de este grupo armado de estrofas, están los recitales callejeros como el que celebraron en la plaza del barrio madrileño de Malasaña, en el que repartieron globos a los asistentes y les dijeron: “La poesía, como los globos, necesita aliento para crecer y leerse mejor”. Cuando los oyentes soplaron sus globos en ellos estaban escritos versos: “Todos distintos”. Durante casi una hora se van alternando para leer distintos poemas, algunos ya publicados, otros no. Solo se paran cuando pasa un coche o cuando preguntan, sin éxito, si alguien quiere leer algo propio. Desde versos de amor, como los dos primeros que le dedica Zakary a su mujer, hasta versos políticos en los que se cantan las acciones de la Brigada Poética, como alterar un fotomatón para que en lugar de fotografías dispense poemas acordes con cada cliente.

“Mucha gente escribe poesía y la deja en un libro”, asegura Zak; “yo sé que mi obra [también hace sus pinitos en las artes plásticas] no se expondrá en ningún museo o galería, toda mi obra es bastarda. Por eso, quiero sacarla a la calle, para interactuar con la gente”. La mayoría de sus poemas son de amor, pero no necesariamente de mujeres: “Sí, en mis versos hablo de muchas mujeres. Andando por la calle, una simple mirada te puede inspirar. Pero, para mí, la ciudad de Madrid ha sido la mujer de mi vida y para ella son muchos de mis poemas”. Otros son políticos, como el que cuenta cómo estuvo

 
45 minutos retenido en el aeropuerto de Barajas tras un vuelo desde Bogotá porque, según cuenta, dijo en el control de pasaportes que se dedicaba “a estudiar poesía”. “Soy un privilegiado por tener un pasaporte azul que pone USA”, reconoce. Pero, acto seguido se lamenta: “Lo triste es que varios amigos míos que han hecho el mismo viaje que yo, por los requisitos que pedían para entrar, en España o EE UU, han tenido multitud de problemas”.

Toda su poesía destila un cierto grado de pesimismo. “Escribo cuando estoy triste”, asegura; “es gracioso, porque escribo mucho de la muerte, pero soy super positivo”. Pero en sus versos políticos hay, además, un tono de enfado. “Reconozco que soy una persona violenta”, añade con toda la tranquilidad del mundo. “Me gusta la violencia, pero solo en ciertos momentos”. Uno de esos momentos es cuando salta a un campo de rugby, en el que cualquiera que le vea pensaría que es imposible que escriba poemas de amor. “El rugby y la poesía son muy parecidos porque en ambos tienes que poner mucha pasión y si no se hace con todo el corazón lo acabas haciendo mal”, se defiende; “pero, en realidad, soy 100% romántico, y creo en el amor eterno, somos más de lo que es esta vida y el amor perdura”.

Ya está preparando su siguiente obra, en la que incluirá sus primeros poemas enteramente en inglés: “Al principio quería demostrar que podía escribir en español y bloqueaba todos los pensamientos en mi otra tongue. Ahora que me defiendo bastante bien, me doy más libertad para pensar en inglés y sale mi voz más natural”. Cuando se le pregunta qué van a hacer sus amigos cuando se muera, ya que ya ha publicado su propia antología póstuma, no duda y responde: “A lo mejor ya he dejado de existir y soy el sueño de un perro, pero por otro lado lo hacemos todo por dinero y son pocos los artistas que tienen dinero antes de morir, así que antes de casarme me dije: ‘Me voy a matar para tener la posibilidad de tener algo de dinero”. Mientras tanto, y una vez casado, él seguirá escribiendo, porque para Paine la poesía es un buen arma “para luchar mientras llega el fin del mundo”.

 

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